Uruguay en la región, del proyecto de Pascual Harriague al agro diversificado: agricultura, nodos de innovación, enseñanza agraria, dieta y consumo de productos agrícolas (1860-1914)

Año: 
2017
Área Proyecto: 
Social
El proyecto propone una investigación multidisciplinar sobre la agricultura en el período 1860-1914, como parte del programa que la elite terrateniente –autoproclamada “progresista”- implementó desde la Asociación Rural del Uruguay (ARU). Pese a las dificultades que enfrentó el país (guerra civil, crisis económico-financieras, etc), la ARU encontró en el Estado un nivel de respuesta aceptable, condicionado principalmente por la falta de recursos. Escollos diversos acotaban el desarrollo de la agricultura: la adhesión cultural que sobre la población nativa ejercía la ganadería y su casi nula experiencia con los cultivos; el apego de los agricultores a prácticas calificadas de “rutinarias” y su supuesta resistencia a innovar. Por otra parte, un importante nivel de concentración de la tierra para la ganadería, así como su elevado precio, dificultaban el acceso de los agricultores llegados al país –principalmente italianos- a la vez que fue muy limitada la acción estatal en planes de colonización, a diferencia de Brasil y Argentina. Las redes de agricultores y terratenientes operaron como las principales instancias para el ensayo y la innovación, a la vez que las acciones impulsadas por la ARU persiguieron entre sus objetivos el desarrollo de una agricultura diversificada. En algunos departamentos del país, los programas de las elites locales constituyen interesantes antecedentes de “desarrollo local”. La viticultura fue la insignia de los terratenientes innovadores, a la vez que ensayaban con otros cultivos y variedades, introducían conocimientos científicos, incorporaban nuevo instrumental de trabajo y variedad de máquinas. Hasta iniciado el siglo XX, la Universidad de la República –única en el país- no incluía facultades de agronomía y veterinaria, no existían escuelas agrarias –la instalada en Toledo a fines del XIX no entró a funcionar hasta 1911-, el Estado no contaba con un ministerio específico para el agro. Hacer “nueva agricultura” requirió de técnicos –se contrataron extranjeros a la vez que hijos de terratenientes comenzaron a formarse en el exterior- y de conocimientos agronómicos funcionales a los suelos y clima del país. Estas necesidades alentaron el desarrollo de actividades científicas vinculadas a la agricultura, como lo fueron la Botánica y la Química, también la Zoología y los primeros estudios sobre suelos. La temprana presencia de científicos en Montevideo (el francés Ernest Gibert, el español José de Arechavaleta, el suizo Frédéric Sacc, entre otros) alentó a la ARU a incidir sobre el Estado para su contratación y la instalación de laboratorios para el análisis aplicado a la agricultura. La nueva agricultura está asociada, por lo tanto, a los inicios de la ciencia en el Uruguay. Terratenientes innovadores y una nueva clase de agricultores de origen europeo diversificaron y expandieron los cultivos (horticultura, fruticultura, etc), que ampliaron la canasta familiar, generando nuevas formas de consumo y enriquecieron la alimentación de la población. La imagen cobró relevancia en revistas y publicaciones ilustradas que transmitieron a la sociedad la visión de un agro moderno, promovieron el consumo de frutas y verduras, y presentaron la vitivinicultura como una agroindustria con enormes potenciales y símbolo de esa modernización.
Responsables: 
Modalidad: 
Modalidad 1